Flashbacks: Esa tarde arriba de la montaña...
Esa tarde arriba de la montaña...
Salí a las 3pm del trabajo, cuando mi hora de salida es a las 420, necesitábamos llegar temprano para alcanzar luz de día y tener tiempo de cambiarme, llegamos casi a las 4pm aquí, me quité el uniforme y me puse unos tennis estilo botin, con suela antiderrapante y forro grueso, resistente a las espinas y piedras, no quise preocupar a mi mamá y le dije que iríamos a dar una vuelta solamente, Otto me esperaba en el carro afuera, listo vamonos, quería devolverse a comprar cervezas, pero ya no había tiempo, teníamos que llegar y subir el cerro mas alto del monte de los cerros prietos, tal como lo habíamos planeado 2 semana antes, el mismo cerro que 12 años atrás había subido por primera vez con mis hermanas, cuando tenía 15 y mi papá aun vivía, él y mamá nos esperaban abajo mientras emprendimos el ascenso, sobre los mismos caminos que recorrimos tantas veces cuando no estaba de viaje, a donde íbamos de día de campo rumbo a las tierras ejidales de mi mamá. Y donde yo pasaba momentos maravillosos en esa naturaleza desértica, con mi familia, peleándonos por colocar la manguera a los tanques de 200 litros que papá llevaba atras de la camioneta, que servían para regar los nogales que sembró en una parte de las 10 hectáreas de terreno nuestro, justo a un ladito de una modesta cabaña que papá construyó para darnos sombra, algun día esos árboles iban a dar nueces y mucha sombra, era la ilusion de mi papá, mamá siempre decía que salía mas caro estarlos yendo a regar, que lo que iban a dejar pero eso a mi papá no le importaba, ella y todos sabíamos en el fondo que aquello era un lindo pretexto de salida, para estar juntos y pasar todo tipo de aventuras por aquellas áridas y rebeldes tierras, sin embargo repletas de formas de vida y magia. Aventuras como aquella vez en que un grupo de soldados nos rodearon, vimos uno luego otro y otro saliendo de entre los matorrales por todos lados, y cortando cartucho!!! (estúpidamente si consideran que eramos una familia y no un monton de delincuentes, narcos, o piratas de petróleo cabando clandestinos, no debieron hacerlo), mi papá se enojó y casi se agarra a golpes con el jefecillo sin llegar a hacerlo, y como estaba tomando, pero calmamos a mi papá, y mi hermana mayor hablo con ellos y les explicó porque estábamos ahí y que esas tierras eran del ejido Nuevo Saucillo, y que mi mamá era de ese ejido y dueña de esa parte, esperaban que estubieramos haciendo algo ilegal, tal vez eran novatos y retrasados, en fin... se retiraron sin mas ni mas.
Esa fue una época que creo nunca se repetirá, fueron mis mejores recuerdos, y mi más profunda añoranza, ahora pienso en hacer esas salidas y me brillan los ojos, pero se que ya nada es igual, y aunque yo estaba feliz! como pez en el agua, si regresara a ese tiempo, en que íbamos a ese ejido y al otro lado de la ciudad, al río y al aturdido, también lleno de montes y cerros, disfrutaría aun más esos días, los disfrutaría con hambre, con sed, con mis 6 sentidos y mi alma abierta.
Esa tarde, esa tarde volví a subir, gracias en parte al tezón y habilidad de Otto ya que nos atascámos en un camino, días antes había estado lloviendo y una parte del terreno estaba lodozo, pasamos y la llanta patinó, el carro se sacudía (y no por nosotros), me dio mucho miedo porque si nos quedábamos ahí mi mamá se iba a dar cuenta que le mentí, y porqué andaba tan lejos, ademas de tener que conseguir quien nos jalara y casi no pasa nadie por esos lares, le dije a otto que le diera en reversa, y canceláramos el plan, yo ya medio histérica, lo que mas me podía era que por una razon u otra tampoco ese día ibamos a poder subir, ya era la 2a vez que algo nos lo impedía, no puede ser!!! ni modo, pero Otto me dijo que me calmara, que iba a sacar el carro, dejó de acelerar, y despacio comenzó a girar el carro a un lado, se bajó, se remangó el pantalón y puso unas piedras adelante, se subió, aceleró despacio para no seguir hundiendo el neumático con la misma rodada forzada, pero la llanta no se agarraba, hasta que cedió, lentamente avanzamos, a punta la providencia! gracias a dios! salimos!, por fin llegamos al camino seco, casi nos desmayamos al descubrir un camino alterno, mas alto, oculto por la maleza! de regreso ese fue el que agarramos y ya no tuvimos que sufrir con otra atascada.
Llegamos a la falda del cerro, famoso ya entre nosotros porque tiene unas cuevas que antes fueron explotadas por mineros, dicen que sacaban mercurio. Y llenas de pasadizos interiores, tuneles, y hoyos profundos. Paramos el carro, nos bajamos, respiramos profundo y empezamos a subir, no sin hacer una escala obligada en esas cuevas, entramos a las tres, en una de ellas vimos una lechuza herida, que salio huyendo por otro lado, otto fantaseaba con quedarnos una noche ahí en blosas de dormir, y pasárnosla super. Dejamos nuestro nombre, escrito con pluma en las paredes, tal vez ya se borró, espero que no y nos sentamos un momento a sentir esa energía que emanaba del ambiente y de nosotros. Terminé de mostrarle las cuevas, salimos de ellas y subimos por unos espacios por demás hostiles, entre los nopales, la gobernadora, los cactus y demas plantas predominantes y grandes piedras, nos abrimos camino, pobre otto, él se hizo el valiente y se fue con botas, le fue un poco mas difícil que a mí la subida, pero estaba en desventaja por que las botas son resbalosas e inaptas para subir una montaña. No recuerdo cuanto tiempo tardamos en alcanzar la cima, pero creo fueron como 40 minutos de escalar, casi sin descansar, solo nos paramos un par de veces para tomar aire, y Otto quejarse de las botas, yo ya traía muchas espinas de nopal, que traspasaban la ropa, y me daban comezon y un poco de dolor, pero no me importaba, esa molestia era mínima para lo que estaba haciendo, hasta la disfrutaba.
Llegamos por fin! no se puede definir lo que se siente cuando uno alcanza un objetivo, un destino, una cima, un máximo punto de la nada y del todo, es como un orgasmo espiritual. Esa tarde arriba de la montaña, observando al sol tirar sus últimas eyaculaciones de luz, bocanadas de destellos despidiéndose del entorno bajo la imponente promesa de regresar, en un ciclo sin fin (al menos sin fín para nuestras efímeras vidas humanas, del día tras el día, tras el día), ese sol acariciando la vegetación y nuestros rostros llenos de asombro ante tal horizonte plagado de eventos tan cotidianos como el sonido de los insectos, de las cascabel a lo lejos, de las aves haciendo piruetas y de nuestros cuerpos tratando de tomar uno el lugar del otro en una lucha sin tregua, tratando de encontrarse y fundir el corazon y la piel en medio de ese mar de cotidianeidad tan ignorada como latente, que dejamos de ver y sentir las mas de las veces, pero solo basta dejar abiertos los canales receptores de nuestra conciencia y del cuerpo, en un afan de hallar esa esencia perdida en el diario devenir de nuestra mundana vida de conflictos artificiales (artificiales, sí, porque a veces nos enredamos mas de lo que debieramos, ahogados pues en un vaso de agua).
Otto no cabía de contento, no paró de agradecerme el haberle mostrado una parte de mi mundo, una parte de la vida que no conocía, que nunca había probado. El estar ahí era algo totalmente nuevo para él, una experiencia excitante y especial, supe que no lo decía como un cumplido entre parejas, de palabras estilo "blabla", pude notar el brillo en sus ojos y la sonrisa que provocaba el encanto de aquel lugar.
Estar ahí, sentados en aquella enorme piedra observando al mundo desde varios metros de altura en esa divina cumbre natural perfecta, cada problema se discipa, pareciera que al haber escalado cada paso, las cosas negativas se fueran quedando abajo, y arriba, solo exista nosotros y el viento... como una especie de anmesia temporal, que nos envuelve lentamente como droga, sí como droga, y nos pone filosóficos, profundos, sabios en nuestra cosmovision, donde las palabras tienen más valor, porque se dicen lentamente, teniendo como sonidos de fondo a los de la naturaleza, donde la voz se escucha mejor, mas meloza, los cinco o seis sentidos están puestos en cada evento en turno, desde la desaparición de esa lejana estrella que nos da vida, hasta los besos que desesperadamente nos damos, como si aquello fuera a desaparecer pronto, cual telon que cae, con la prisa de lo que quieres disfrutar antes que se termine, de lo que es demasiado bello para ser verdad; moviéndonos al ritmo de las ramas de los arbustos, y sintiéndo como la tierra cruje bajo nuestros cuerpos, como una melodía, poética y salvaje, orquestando nuestra excitación, causada por la armonía rústica del paisaje, y la ocasión de encontrarnos sólos y omnipresentes en aquel rebelde edén, mi resistencia se diluye entre este ambiente alucinante y lleno de vida. Amos del instante, del sitio, y uno del otro. La ocasión libera las fantasias mas añoradas, inspiradas en esa soledad secreta.
Esa montaña... ese lugar como tantos otros, que sin estar escondidos precisamente, permanecen ignorados por nuestros ojos y nuestra presencia, debido a "importantes" ocupaciones que no nos permiten saber, que en realidad los necesitamos. QUE ESA CARGA SENSORIAL ES UNA INYECCION DE ADRENALINA, que se vuelve adictiva, que una vez que la descubres, creas la necesidad de volver ahí, combustible que te dá fuerzas para seguir cambiando al mundo; para regresar a tu realidad diaria, carente de ese poder que sólo la naturaleza, en plena conexión con el espíritu, puede dar.
Esa energía que te hace volar, que pone todo en el preciso momento, en el preciso lugar.
En algun lugar de esos montes, dejé un pedazo de mi niñez y adolescencia, y algun día voy a recuperar ese pedazo, cuando mis cenizas terminen esparcidas en esos vestigios del paraiso...
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